Lo verdadero, lo bueno y lo bello aplicado a la adaptación, creación de sentido y transformación III de IV

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La multitud: “¡Sí, sí, todos somos individuos!” Uno de la multitud: “¡Yo no!” – Monty Python, La vida de Brian

Mitos y cultura

Los mitos son un sueño colectivo, una excitación, una concepción de grandeza. La cultura, una experiencia compartida en continuo movimiento.Haz click para twittear

Cada cierto tiempo, los mitos heredados pierden su valor, porque quedan pequeños para contener la complejidad de las sociedades en continuo cambio y expansión. En ese momento se necesitan nuevos mitos para abarcar aquello en lo que nos estamos convirtiendo. Estos nuevos “constructos” no eliminan nada de lo que ya está en la mezcla, más bien incorporan las influencias recientes y generan nuevas formaciones organizativas. Las nuevas mitologías abren la puerta a la inclusión de ideas, culturas y gentes anteriormente excluidas de las mitologías precedentes. Por tanto, la historia de nuestros mitos, símbolos y rituales es la historia de la inclusión. 

La tecnología y la transformación digital ya han cambiado nuestra forma de comunicarnos, de interactuar, de vivir, de hacer arte y negocios, y de articular nuestra ética y nuestros valores. Los mitos del siglo pasado, que aún pesan en nuestra mentalidad, son inadecuados para englobar estas nuevas experiencias. Vivimos en ese vacío que existe entre una mitología y otra; un momento de rebosante creatividad y de abundantes posibilidades para crear nuevas estructuras sociales, nuevos paradigmas para la inclusión de influencias culturales dispares. Un tiempo en el que conviven el instinto de supervivencia con el impulso creador. ¿Cómo podemos generar, en un clima de carrera por la supervivencia, invitaciones con presencia y generosidad?

En un mundo mercantil no somos únicamente creadores, sino también productores. Por lo que debemos tener cuidado que uno no aplaste al otro. El productor que llevamos dentro debe proteger al que invita y regala, y saber cómo y cuándo darle espacio y libertad. El que regala debe echarse a un lado para dar paso al instinto de supervivencia en los momentos oportunos. Los dos tienen su propia razón de ser, su propio ámbito de actuación y su propia autonomía.

La realidad es una representación del pensamiento con vocación de continuidad. En realidad, tener expectativas de continuidad es una espléndida ficción, un mito. La realidad depende de nuestras elecciones con respecto a qué queremos prestar atención, qué queremos hacer y cómo queremos hacerlo.

Nuestra tarea es la de reescribir tanto los supuestos que hemos heredado como las ficciones inventadas con el objetivo de crear nuevos paradigmas para el futuro. Nuestra tarea es aceptar la invitación y habitar este nuevo espacio-tiempo.

«Es el salto, no el paso, lo que posibilita la experiencia.» – Heiner Müller

Creación – un acto de violencia

La creación conlleva la necesaria crueldad de la decisión. El arte es violento. Ser decidido es violento. Sólo cuando se ha decidido algo puede empezar realmente el trabajo de creación. La decisión, la crueldad, que ha extinguido la espontaneidad del momento, requiere del creador un trabajo extraordinario: resucitar a los muertos. El creador debe encontrar ahora una nueva espontaneidad más profunda dentro de la forma establecida. Acepta esta violencia y trabaja con ella, dotando al arte de la repetición de destreza e imaginación (oficio).

«La creatividad es ante todo un acto de destrucción.» – Picasso

El significado de la palabra francesa para ensayo es repeticiónLa palabra inglesa rehearsal apunta a re-escuchar. La alemana Probe sugiere investigación y experimentación. En japonés Keiko se traduce como practicar. (Por cierto, en este sentido también la palabra respeto recobra su significado original: volver a mirar.) Y así sucesivamente. El creador ensaya formas que puedan repetirse.

Paradójicamente, son las restricciones, la precisión, la exactitud, lo que hace posible la libertad. La forma se convierte en un contenedor en el que el creador puede encontrar infinitas variaciones así como la libertad interpretativa.

El riesgo es un ingrediente clave en el acto de violencia y expresión. Sin asumir riesgos, no puede haber ni progreso, ni innovación, ni aventura. Ya estamos en un estado de riesgo; así que no demos un paso, demos un salto. El intento de interpretar de forma expresiva desde un estado de desequilibrio y de riesgo dota a la acción de una energía extraordinaria.

«Un cuadro tiene que suponer una experiencia en lugar de limitarse a señalar hacia él. Quiero tener y dar «acceso al sentimiento». Ésa es la forma más arriesgada y la única importante para conectar el arte con el mundo, para hacerlo vivo. Lo demás son sólo sucesos de actualidad.» – David Salle

Irimi y Ura

Conocí las palabras japonesas irimi y ura cuando estudiaba Aikido. Cuando te atacan (el contexto nuevo que pone en entredicho nuestros mitos y cultura del siglo XX), siempre tienes dos opciones: entrar, irimi, o rodear ura. Ambas opciones, cuando se llevan a cabo correctamente, son creativas.

Entrar o “elegir muerte” significa entrar con aceptación absoluta. La única forma de ganar es arriesgándolo todo y estando completamente dispuesto a morir. Aunque éste sea un concepto extremo para la forma de ser de los occidentales, ciertamente cobra sentido en la práctica creativa. Para alcanzar la violencia de la decisión (no olvidemos que estamos hablando de la re-creación del mitos y culturas que ordenan nuestra convivencia y formas de ser y de hacer), uno ha de “elegir muerte” en el momento, actuando al cien por cien y de manera intuitiva sin pararse a reflexionar sobre si ésta es la decisión correcta o si esto va a dar el resultado “deseado” (siempre andamos sobre la cuerda floja, a un paso de caer o de avanzar).

También es importante cuándo utilizar ura, o rodear. La paciencia y la reflexión son un arte. Hay un tiempo para ura y otro para irimi. Y estos momentos no se pueden prever de antemano. Es preciso sentir la situación y actuar de inmediato en consecuencia. En el fragor de la creación, no hay tiempo para meditar; solamente existe la conexión con lo que se está haciendo. El análisis, la reflexión y la crítica pertenecen al antes y al después, nunca pueden tener lugar durante el acto creativo.

A la mayoría de las personas se le da mejor ura. Sólo hay que ver la literatura sobre management y liderazgo; rodeos, descripciones, sin entrar, sin “elegir muerte”. Es evidente la falta de vida, de práctica y de riesgo. Quizá por miedo, quizá por dudas, quizá por (auto)censura. Pero a la luz de nuestras dudas, debemos permanecer profundamente conectados al acto. Debemos ser decididos e intuitivos al mismo tiempo.

El creador entra en relación con los materiales que tiene a mano con el objetivo de despertarlos, de transformarlos en algo indómito. Para liberar el potencial de una persona, de una palabra, de un objeto, es necesario que el creador interprete de tal forma que no describa su significado, sino que le de ligeramente la vuelta para que la multiplicidad de sus significados potenciales se despierten y se vuelvan evidentes. El momento de la verdad y la verdad del momento es una experiencia llena de belleza, y no algo que se pueda definir fácilmente, existe principalmente en el espacio entre opuestos, existe en el desacuerdo de ideas y perspectivas. Creamos “espacios de choque” donde, paradójicamente, pueda tener lugar un mayor entendimiento. 

“Sé el cambio que quieres ver en el mundo.” – Gandhi

Compromiso

La violencia empieza con la decisión, con el compromiso hacia algo. Comittere significa “prender la acción”, acercar una cosa a la otra, juntar, confiar algo a alguien y “hacer”. Comprometerse a una elección se siente como una acto violento, pero liberador. Hay algo en juego, en riesgo, algo crucial e incierto que nos excita y motiva. Las decisiones dan lugar a las limitaciones y éstas, a su vez, exigen un uso creativo de la imaginación. Ser cruel es, en última instancia, un acto de generosidad y de colaboración. No es ninguna desgracia no saber lo que estás haciendo y no tener todas las respuestas. Simplemente intenta trabajar con interés y exactitud. (El miedo y la vergüenza no deben pararte, sólo son espectadores interesados.)

La ideas vienen y van pero lo importante es el compromiso con la elección, y con su claridad y capacidad de comunicación. No se trata de encontrar la idea o la decisión adecuada (algo que sólo sabemos a posteriori), sino de la calidad de la decisión. Trabajamos intuitivamente unos con otros, y luego, en el momento adecuado, entramos. Elegimos “muerte” para ser el cambio que queremos ver en el mundo. 

“La prisa es universal porque todo el mundo huye de sí mismo” – Nietzsche

La utilidad de lo inútil

Imaginemos un artista que hace mosaicos con arabescos a partir de trocitos de papel. Trabaja durante semanas en su estudio. Decir que es muy meticulosos es como decir que los caracoles son lentos. El resultado es exquisito. El color, la precisión, la unidad y la complejidad de las formas geométricas encajan con asombrosa perfección. Parece magia.

Es fácil disfrutarlo como algo bello o como tema para las conjeturas, pero da miedo pensar todo el tiempo que ha pasado cortando y pegando. Su disparatado empeño es un reto. Una locura ex-cepcional y extra-ordinaria. Pero quizá el espectador consumidor piensa en la monotonía; en la vida sin diversión, sin sentido ni utilidad. Piensa en la capacidad para sentarse atentamente en su estudio hora tras hora, día tras día, en silencio… Y le recorre un escalofrío. El arte tiene poder porque cuestiona una idea de la vida basada en la novedad y decisiones sin fin. 

Lo que posee el artista es calidad, (por eso es cálido y no frío) una actividad que ejecuta de forma soberbia y que le absorbe por encima de cualquier cosa. (De nada nos sirven las doctas descripciones del estado de flujo para emularlo. El estado de flujo en una propiedad emergente, un producto de la calidad de la actividad, de la atención, del interés, de la precisión, del mimo y del amor, y no puede entrenarse.) Como el polo magnético atrae a la brújula, el trabajo orienta toda su vida. Es parte consustancial de su carácter. El artista obedece sirviendo. Por eso su trabajo da miedo. La vida del artista, que podría considerarse libre y expresiva, resulta limitada y opresiva para el espectador consumidor.

Al pensar en ella surgen preguntas sobre la vida. ¿Es una vida de novedades y elecciones – la vida del espectador consumidor – contraria a la ética para una vida de excelencia, la vida del artista? Si la paciente mirada del artista es un tipo de amor, ¿dónde cabe el amor en la necesidad de consumidor distraído? ¿Es necesaria la obediencia para encontrar la dicha? En caso afirmativo, ¿por qué, para qué y cómo?

“Toda la desgracia de los hombres viene de una sola cosa: no saber quedarse tranquilos en una habitación”, decía Pascual. “Tan grande es el miedo de la gente a la infelicidad”, señala, “que acudirán en rebaño a la menor cosa si promete distracción.”

La doctrina de la proliferación de opciones podría ser dañina, porque vende la agitación como excelencia, lo que tiene el otro, como felicidad. Obviamente, una cierta variedad es buena. ¡¿Pero acaso no es suficiente lo excelente!? 

¿Cómo podemos comprender la vida oculta del artista anónimo que se alcanza “cortando y recortando, uniendo y pegando”? Imaginemos un triángulo con el lado corto en la horizontal y los dos lados iguales que suben como una pirámide sobre aquél. Una de las esquinas inferiores representa el tedio, la otra, la agitación. El truco está en levantar la vista, en desarrollar una forma de vida que llegue más alto, hacia la excelencia. El tedio y la agitación seguirán existiendo – y durante un tiempo y hasta cierto punto es bueno y necesario. Pero en lugar de balancearnos inútilmente entre ambas esquinas, uno puede levantarse. Ser excelente es transcenderlas. (Coloque cada cual su post-it dentro del triángulo a modo de instantánea.)

«Hay una vitalidad, una fuerza vital, una vivificación que por medio de ti se traduce en acción, y esta expresión es única, puesto que nunca existirá alguien como tú. Y si la bloqueas, nunca existirá a través de ningún otro medio y se perderá. El mundo no lo verá.» – Martha Graham

Estética

Cuanto mejor sea la creación de tu arte, más se diferenciará. Un momento es diferente al siguiente. Un color es distinto al otro. El arte de la diferenciación es diametralmente opuesto a la impresión general. Nada es general. Todos los aspectos son especiales, radiantes. Es labor del artista, si quiere percibir con agudeza y claridad, abrirse a la percepción de la diferencia. Creo que es una pretensión arrogante y poco razonable querer tener una noción de la realidad sin involucrar el cuerpo y los sentidos.

La estética pertenece a las cosas que percibimos a través de los sentidos. La palabra “estética” deriva de la palabra griega que significa “sensación”. La estética no es un concepto teórico, racional o académico. No tiene nada que ver con la cognición o el saber: se refiere a lo que sientesLa estética describe las sensaciones que se evocan en el acto de la percepción y favorece la sensibilidad sensorial y la apreciación de la belleza, incluso en lo feo o en el caos.

Lo contrario de la estética es la anestesia, la falta de sensaciones. La insensibilidad y la inconsciencia son lo contrario a la experiencia estética.

“No existen los llamados problemas, sólo situaciones.” – Christo (Vladimirov Javecheff)

Juego

Hasta los 6 años el niño juega con total despreocupación y confianza. Nada es imposible. La imaginación no tiene límites. El niño no se plantea si algo es difícil o si merece la pena. No les preocupa cometer errores o quedar en ridículo. Anda, se cae, se levanta. En el acto de jugar en serio no existe la autoobservación ni la autocensura, porque en la creación no existe lo correcto e incorrecto, solamente existen diferencias. Y las diferencias no se juzgan, se constatan, se aceptan y se integran. Son la sal y pimienta del juego. Son las diferencias las que reflejan la diversidad de la vida y sus infinitas posibilidades. Y toda posibilidad puede ser verdadera, buena y bella. El juego creativo es luminoso, abundante y generoso como la misma Naturaleza.

Las reglas sirven para que algo suceda. Si no nos gusta lo que sucede, podemos cambiarlas. Las únicas reglas en el teatro son “bien está lo que funciona” y “no seas aburrido”. Todo lo demás es negociable. Jugar es una actitud, una intención, una filosofía de vida. Es un viaje de exploración y aventura, de travestismo, de diversión, de tentativa… No está reñido con la seriedad, porque no es su opuesto, igual que el peso de un avión no está reñido con la ligereza de su vuelo. Jugar es sin duda la fuente más poderosa de aprendizaje. Solamente una «mentalidad fija» puede poner fin a tan entusiasta necesidad de aprendizaje.

En el juego hay sabiduría y los creadores, al madurar, se acercan más a la gran sabiduría que reside en la potente combinación de concentración física y expansión emocional. “Cuando sientas diez en tu corazón, expresa siete”, decía el maestro del teatro Noh, Zeami. La contención es la sabiduría encarnada a través del juego.

Friedrich von Schiller dijo en una ocasión: “el ser humano es más humano cuando juega”. La vida es dura, juguemos pues.

La herida es el lugar por donde la luz entra en ti” – Rumi

Gesto III

La belleza me recuerda al cambio, a la impermanencia y el valor que tiene el momento presente. Su virtud y luminosidad nace sobre el fondo de la imperfección. La belleza es frágil y vulnerable; me permite ver nuestra debilidades, contradicciones, heridas y errores con compasión. 

Belleza, vida y propósito son para mí una y la misma cosa. Ante ella siento un fuerte asombro y sentido de devoción. Siento que detrás de todo hay un amor infinito e universal que me nutre y me cuida. No me importa no saber y meter la pata. Frente a la belleza me siento alegre, ligero, esperanzado y agradecido; grande y pequeño a la vez. Puedo confiar. Todo cobra sentido.

Me pregunto: ¿Cuál es la historia? ¿Quién es? ¿Cuál es el tema? ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Qué está llamado a ser? ¿Hacia dónde apunta? ¿Cuál es el sentido último?

Y me ayudan los siguientes valores y principios:

Valores de primer grado:

  • Amor
  • Ligereza, Alegría
  • Pureza
  • Sentido

Principios de segundo grado:

  • Compasión, Mimo
  • Conexión
  • Ingenuidad
  • Integridad

Trato de impregnar mis comportamientos a través de las siguientes acciones y cualidades:

Acciones

Inspirar, animar, aspirar, imaginar, recoger, cuidar, integrar, dirigir, guías, facilitar, habilitar, permitir, patrocinar, desarrollar, fluir, desplegar, activar, impulsar, entregar, disfrutar.

Cualidades

alegre, despreocupado, ligero, compasivo, natural, integro, asombrado, contemplativo, optimista, confiado, feliz, presente, satisfecho, amoroso.

“Sea lo que sea que puedes hacer o que sueñes con hacer, comiénzalo. La osadía alberga en su interior genio, poder y magia.” – Goethe

Amor, Fe y Esperanza

La vida es una invitación. Toda invitación es un acto de amor, de fe y de esperanza. La puerta esta abierta, entra…

Permíteme ofrecerte algunas invitaciones sobre cómo manejar las resistencias naturales que pueden brindarte tus circunstancias. No asumas que debes tener ciertas condiciones para dar lo mejor de ti. No esperes. No esperes a tener el tiempo, el dinero o la capacidad para emprender lo que quieres conseguir. Si quieres promover cambios, hazlo “ahora mismo”. Trabaja con lo que tienes ahora mismo. Trabaja con la estructura y las posibilidades que tienes ahora mismo. Trabaja con gente que te rodea ahora mismo. No esperes a tener lo que asumes que es lo correcto, un espacio libre de estrés en el que poder expresarte. No esperes a tener madurez o entendimiento o sabiduría; tampoco esperes hasta creer estar seguro de saber lo que haces, ni hasta tener la técnica suficiente. No te preocupes, en todos los sitios cuecen habas, pero algunas están más ricas que otras. Lo nuevo surge en la periferia, no en la centralidad donde se acumulan las masas. Cuida el conjunto y los detalles. Lo que haces “ahora”, con las circunstancias que te han tocado vivir, determinará la calidad y el alcance de tus invitaciones futuras. Y al mismo tiempo, sé paciente…

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