12 transformaciones para mejorar el dominio personal y relacional

Tiempo de lectura: 9 minutos

Este es el cuarto de una serie de artículos cuyo propósito es el de clarificar y “aterrizar” cómo las prácticas propias de las #artes escénicas o el deporte profesional, aplicadas a la actividad diaria de las #personas, lo cambian todo en cuanto a su #aprendizaje y #desarrollo.

Piensa sólo en aquellas cosas que están en línea con tus principios y que pueden soportar la luz del día. El contenido de tu carácter es tu elección. Día a día, lo que elijas, lo que pienses y lo que hagas será aquello en lo que te conviertas. Tu carácter es tu destino. Es la luz que guía tu camino.

– Heráclito

Igual que en el teatro, creemos que para triunfar a largo plazo en en mundo de los negocios es necesario aprovechar al máximo el potencial de la gente. Para crear equipos comprometidos y de alto rendimiento, la empresa necesita un entorno de conciencia, responsabilidad, de integridad, de desafíos y comunicación efectiva.

Según mi experiencia, el quién – la fuente de nuestras percepciones, emociones, pensamiento, voluntad y acciones – viene antes del qué y del cómo y marcan nuestro destino. Tomar conciencia, el trabajo por el dominio personal y relacional, es más importante y poderoso que cualquier herramienta o metodología. Estas doce transformaciones nos orientan y ayudan en este propósito.

1. De culpar a responsabilizarse – esto significa pasar a de la actitud de víctima a la de protagonista.

Culpar es la tendencia a explicar todas las dificultades exclusivamente como consecuencia de fuerzas que están más allá de nuestra propia influencia y a verse como víctimas absolutas de circunstancias externas. Sin embargo, el protagonista elegir conscientemente, se responsabiliza de sus acciones y de sus consecuencias. Puede estar más o menos acertado, pero no renuncia ni a su libertad ni a su responsabilidad. Porque si quiere ser parte de la solución tiene que hacerse parte del problema. Si las cosas le afectan, toma la determinación de hacer algo al respecto, independientemente de si las ha causado o no. No tenemos control sobre la mayoría de las cosas del mundo, por eso es tan importante centrarnos en lo que sí podemos controlar y aprovecharlo. Dios dame la serenidad de aceptar las cosas que no puedo cambiar; valor para cambiar los cosas que puedo; y sabiduría para conocer la diferencia, reza el salmo 23. Cada persona es responsable del modo en que se prepara, responde y aprende del desafío al que tiene que enfrentarse. Siempre podemos ser dueños de nuestra intención, de nuestra atención y de la calidad con la que ejecutamos nuestras acciones. Ser humano significa ser capaz de elegir. Tal vez el ejercicio más importante de esa libertad es la decisión de vivir como una víctima o como un protagonista. Y es una elección consciente.

2. De juzgar a comprender – esto significa pasar de separar y distanciar las cosas a aceptarlas, respetarlas e incluirlas.

Juzgar es la pretensión de una persona que las cosas son tal como ella las ve, que su verdad es la única verdad. Es la creencia de que sólo es válido su punto de vista y cualquier opinión diferente está equivocada. Pero nada en esta vida se consigue solo. Somos “animales sociales”. Esto es precisamente lo que nos ha hecho prevalecer como especie. Juzgar y etiquetar es fácil. Esta arrogancia sólo revela miedo, ignorancia y pereza. Sin embargo, conectar, empatizar y confiar en el otro es difícil. Requiere intención, habilidad e interés genuino. El mundo es demasiado complejo para permitirnos el lujo de no contar con las perspectivas y consideraciones de otros. Pero hay algo más, al final, lo que más bienestar y satisfacción genera en el ser humano, son las relaciones significativas. Juzgar nos achica y empobrece, comprender nos expande y enriquece, y es una elección consciente.

3. Del conocimiento al aprendizaje – esto significa pasar de enfocarse en los resultados a enfocarse en el proceso.

Definir resultados es “un juego de niños” comparado con el proceso; cualquiera puede desear resultados abstractos dejando a un lado la realidad cambiante momento a momento. El conocimiento se basa en los descubrimientos y experiencias del pasado, el aprendizaje genera conocimientos y experiencia en el presente. El conocimiento es importante, pero sin aprendizaje no hay evolución. Tendemos a privilegiar el conocimiento porque es repetible y nos da la ilusión de seguridad, certeza, mientras que el aprendizaje nos pone en una situación de vulnerabilidad, de no saber y de poder cometer errores y fracasar. C’est la vie! Pero esa es precisamente la fuente de toda creatividad, progreso, innovación y evolución. Requiere humildad, apertura, curiosidad, capacidad de asombro, flexibilidad, agilidad y adaptabilidad o, lo que se llama, una mente de principiante. Buscar la verdad, la bondad, incluso la belleza en un mar de excitaciones, distracciones y restricciones exige, desafía y eleva nuestra inteligencia. Resiliencia, desarrollo o evolución, sólo son otros nombre para aprendizaje. Lo uno es el medio, los otros las consecuencias. Aprender es darse cuenta de que algo es posible y es una elección consciente.

4. De evitar a confrontar – esto significa pasar de la inmovilidad a la movilidad.

Estamos programados para evitar el dolor. No hay nada malo en ello, al contrario. Sin embargo, evitar o afrontar un cambio, solamente son dos caras de la misma moneda. El cambio es consustancial a la vida y no es evitable en absoluto. Nada ni nadie nos garantiza nada, el riesgo siempre está ahí. Pero vivir es cambiar, nos guste o no. La cuestión es con que actitud afrontamos la inevitabilidad de los cambios: con miedo y resistencia o con coraje y confianza. Miedo y coraje no se excluyen mutuamente; tampoco resistencia y confianza. Es más, se definen mutuamente. La evitación quizá nos ponga en una posición de inocencia – está fundada en experiencias del pasado que nos mantienen en la inmadurez emocional; a menudo, lo que nos mueve a afrontar algo es la intención de pasar rápidamente página y liberar nuestra mochila de asuntos inconclusos -, pero el precio que pagamos es la impotencia. Mientras que afrontar los cambios nos pone en una posición de poder elegir, de tomar decisiones y de emprender la acción. No es no tener miedo y menos aún tener certeza, pero sí la consciencia de tener que avanzar para crecer; afrontar una situación que me afecta y no evitarla. Pero el precio que tenemos que estar dispuestos a pagar es una vez más la responsabilidad. La nobleza y valentía dejan mejor sabor de boca que la comodidad y cobardía.  Y es una elección consciente para la que necesitamos coraje y determinación.

5. De complacer a decir la verdad – esto significa de pasar de la indulgencia y reconocimiento barato a la honestidad y franqueza.

Queremos caer bien, no tener conflictos y para ello, a menudo, emprendemos el camino de menor resistencia. Pero sin rozamiento no hay movimiento. Para poder avanzar, crecer y asumir la responsabilidad es imprescindible afrontar conversaciones difíciles. Si no, un pequeño fallo, problema, media verdad o mentira, pueden ocasionar una catástrofe y, por añadidura, dañar gravemente la relación. «No conozco un camino seguro para el triunfo, pero sí un camino para el fracaso seguro: el querer complacer a todo el mundo”, decía Platón. Decir la verdad es compartir información difícil con honestidad y respeto, de una manera que honre los valores, afiance las relaciones y mejore el desempeño de los individuos y de la organización. Significarse nunca es fácil, puede que sea hasta peligroso según el contexto en el que nos movemos. Decir la verdad, nada tiene que ver con el ingenuo y egoísta “sincericidio”. No es un desahogo. Ser auténtico es hacerse reconocible, es un acto de responsabilidad, respeto y transparencia. La dignidad humana implica el merecimiento de la verdad. No es una cuestión de conveniencia, sino una oportunidad en todas las situaciones de la vida. Si nos respetamos y nos reconocemos a nosotros mismos y a los demás, si queremos ser confiables y aportar nuestro granito de arena, entonces decir la verdad es dignificarnos. Y es una elección consciente.

6. De controlar a apreciar.

Un buen padre o madre integra los principios de control y autonomía supeditándolos a un principio mayor: el amor. De igual forma, según el grado de madurez de la persona o del equipo, es importante apreciar el potencial y la evolución más allá del resultado si queremos fomentar en ella la autoestima, la iniciativa y capacidad. El vínculo entre el control y el aprecio es la confianza. “No tiene sentido contratar a personas inteligentes y después decirles lo que tienen que hacer. Nosotros contratamos a personas inteligentes para que nos digan qué tenemos que hacer”, decía Steve Jobs. Apreciar el potencial de alguien y respetarlo es una elección consciente de confianza mutua.

7. De tomar a crear – significa pasar de una actitud de consumidor pasivo a una de creador activo.

El quid de la cuestión es añadir valor. Desgraciadamente las estructuras de la mayoría de las compañías están construidas para extraer valor en vez de añadirlo, aunque digan lo contrario. Se puede ser una persona/empresa extractiva o una persona/generativa, la diferencia estriba en qué puedo sacar yo, o bien, qué puedo aportar yo. En ambos casos se saca algo, pero el impacto y su sostenibilidad son muy diferentes. Dar y recibir es seguramente una de las leyes universales más tangibles para mantener las cosas en equilibrio. Generosidad, humildad, escucha activa, comunicación efectiva, capacidad de organización y coordinación etc. son habilidades imprescindibles para trabajar en equipo y poder hacer grandes cosas juntos. Por definición, la generosidad da más y mejores frutos que la racanearía. Aportar valor, crear algo juntos y disfrutar compartiéndolo es una elección consciente.

8. De incumplir al cumplir.

Somos confiables por la coherencia que hay entre nuestros comportamientos y palabras. Nadie quiere tener relación con alguien en el que no se puede confiar. Hacer una promesa (mañana te llamo, yo me encargo, …) supone empeñar nuestra palabra. Honrar la palabra y cumplir con los compromisos es actuar con integridad, sin ella, una persona o empresa no tendrá la resonancia suficiente para tener éxito a largo plazo. En el caso (excepcional) de no poder cumplir, debemos avisar lo antes posible, ser consciente del impacto que tiene para el otro y ofrecer no sólo nuestras sinceras disculpas, sino alternativas para reparar el daño causado. Cumplir con nuestros compromisos y nuestra palabra dada es una elección consciente de vivir con integridad y de cuidar nuestras relaciones.

9. De la indolencia a la disciplina.

No hay disciplina posible sin propósito y compromiso. La importancia del objetivo produce energía, entusiasmo y pasión que se siente en todo el cuerpo. La disciplina es acción con propósito sostenida en el tiempo. Por tanto, sin perseverancia y paciencia no es posible desarrollar la disciplina, cualidad indispensable para la creación e innovación. Tener una visión de recompensa a largo plazo y no caer en la tentación de la satisfacción inmediata es una elección consciente que manifiesta la confianza y fe en las propias capacidades y posibilidades. Es una inversión de futuro que se hace en el presente.

10. Del mero cumplimiento al compromiso.

El compromiso va más allá de las circunstancias dadas. Integra los valores organizacionales con los personales es comprometerse con una causa más grande que uno mismo y de querer jugar en equipo para conseguirlo. Ganar o perder a nivel personal es entonces igual a ganar y perder a nivel organizacional, y viceversa. Si las personas encuentran las condiciones para poder satisfacer su innato deseo de contribuir y comprometerse, el compromiso se convierte en una elección consciente que nos llena de energía, iniciativa, pasión e entusiasmo que se despliega y expande más allá de las fronteras de la organización. Y esto también es una elección consciente.

11. De mandar a inspirar.

Mandar tiende a usar el mecanismo de castigo y recompensa. Sin embargo, inspirar es crear las condiciones para que la persona quiera hacer voluntariamente lo que necesita hacer. Es decir, plasmar una visión o causa en la que las personas se sientan llamadas, afectadas e implicadas, y donde cada cual tengas un papel de contribución. La capacidad de inspirar renueva una y otra vez la vitalidad, el optimismo y el entusiasmo en las personas, cualidades necesarias para afrontar las dificultades y la incertidumbre. La premisa de la función del liderazgo es producir más líderes, no más seguidores. Ralph Nader decía, “inspirar a otros y crear las condiciones para que puedan actuar con autonomía es una elección consciente.” La inspiración es querer mover y conmover a las personas para que emprendan el vuelo.

12. De ganar a cualquier precio a ganar con sentido – esto significa pasar de la actitud de ser el mejor a dar lo mejor.

Toda acción tiene dos propósitos. En primer lugar, actuamos para orientarnos hacia un resultado deseado. Segundo, actuamos para expresar nuestros valores. Podemos evaluar nuestros progresos analizando el grado de alineamiento entre los resultados previstos y los efectivamente alcanzados. Esta es la medida del éxito. Y también podemos observar cuál es el alineamiento entre nuestra conducta y nuestros valores. Esta es la medida de la integridad, o del éxito más allá del éxito. Nuestra conducta es la manifestación de nuestros valores en la acción. Nuestra integridad depende de que los valores que se manifiestan en la acción sean coherentes con nuestros valores esenciales. Hay algunas diferencias importantes entre el éxito y la integridad. El éxito es algo futuro. Es el resultado de un proceso que lleva tiempo y depende de factores que están más allá de nuestro control. La integridad está presente en todo momento y es incondicional. Cada vez que actuamos, podemos hacerlo en alineación con nuestros valores, o no. La integridad es un principio guía mejor que el éxito, por dos motivos. Primero, la integridad implica excelencia, por lo cual estimula la plena dedicación a la misión que tenemos que cumplir: ganar, sin desperdicio de energía o concentración. Segundo, la integridad ofrece una interpretación más amplia que el éxito. Mientras que el éxito tiende a concentrarse en el subsistema local y en el corto plazo, la integridad se concentra en las consecuencias sistémicas de largo plazo. El anhelo miope de “ganar la batalla” crea una ceguera estratégica que puede llevarnos a “perder la guerra”.

Si nuestra aspiración como personas u organización es tener una vida larga, saludable y feliz, debemos tomar elecciones conscientes, en la vida y en los negocios. En un mundo interdependiente, ganar al competidor no es ya un objetivo sostenible, la única manera de asegurar el bienestar y la supervivencia del planeta es que todos ganen aunque todos tengan que ceder en algo.Haz click para twittear

Quizá sea la consciencia de nuestra propia mortalidad la que conduce a las personas a buscar sentido a la existencia. No encontrarla es, en última instancia, lo que produce el temor a la muerte. Con respecto al legado que dejamos, no sólo se trata de qué mundo queremos dejar a nuestros hijos, sino también qué hijos queremos dejar a este mundo.

Las cosas que más solemos apreciar, no se pueden comprar con dinero, pero tienen un enorme valor porque llenan nuestra vida de sentido. Y para que algo tenga sentido para ti, no tienes que vencer a nadie. No siempre se puede ganar, pero sí se puede actuar con integridad, nobleza y siguiendo tus valores y principios para que las cosas tengan sentido y significando para ti. Y esto es una elección consciente.

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