La falsa épica de resistir siempre
Nos han enseñado a persistir.
A resistir. A insistir. A sostener.
Como si soltar fuera rendirse. Como si parar fuera fracasar.
Pero hay momentos en los que seguir luchando ya no es valentía,
sino negación del propio límite.
Y entonces, el verdadero acto de presencia no es resistir.
Es retirarse a tiempo, con dignidad y consciencia.
¿Por qué nos cuesta tanto soltar?
Desde élanfactor lo vemos a menudo: personas que han invertido tanto en algo —un proyecto, un equipo, una identidad—
que soltarlo se siente como perderse a sí mismas.
- “No quiero decepcionar.”
- “Ya he invertido demasiado.”
- “Si me retiro ahora, ¿qué dice eso de mí?”
- “No quiero parecer débil.”
Pero quedarse por inercia, cuando por dentro ya no hay implicación real,
es otra forma de traición silenciosa.
Retirarse no es huir. Es elegir
Soltar puede ser un acto profundo de cuidado.
Un límite claro. Una declaración interna.
Una forma de decir: “Ya no me sirve. Y está bien.”
Esto lo trabajamos muchas veces en nuestras sesiones individuales, especialmente con profesionales que están sosteniendo algo más por lealtad que por sentido.
Y es una de las dimensiones de conciencia emocional que articulamos en nuestro enfoque E3D, donde el desarrollo no solo implica avanzar, sino también saber cuándo dejar de empujar.
No todo lo que se suelta se pierde
A veces, retirarse no es abandonar.
Es respetarse.
Y desde ahí, poder volver, si llega el caso, con presencia plena y sin fractura interna.
Preguntas para quienes ya no saben si siguen por impulso o por compromiso
- ¿Qué estás sosteniendo solo porque crees que deberías?
- ¿Qué parte de ti ya se retiró aunque sigas presente físicamente?
- ¿Qué pasaría si dejaras de luchar… sin dejar de estar?
También puedes explorar más textos como este en nuestra sección de recursos, o conocer cómo abordamos estas decisiones internas desde el programa Leadership Core.