En este artículo abordamos el quinto de los siete desafíos que son implícitos al liderazgo pero que no son evidentes y fácilmente reconocibles. Estos desafíos plantean dilemas profundos no solo para el liderazgo, sino también para la vida cotidiana. Todos ellos requieren encontrar un equilibrio entre fuerzas opuestas, lidiar con la ambigüedad y mantener un enfoque estratégico sin perder de vista lo humano y lo relacional. Reconocer y tomar conciencia de estos desafíos puede marcar la diferencia entre liderar de manera efectiva y simplemente «gestionar» personas y tareas. Porque la experiencia de liderazgo es mucho más que una cuestión de decisiones estratégicas o habilidades técnicas.
Manejar el tiempo rápido y tiempo lento
Vivimos en una época en la que todo parece moverse rápidamente. La rapidez en la toma de decisiones, la agilidad en la respuesta, la inmediatez de los resultados. Pero también hay un «tiempo lento» en el que se gestan las reflexiones profundas, las relaciones sólidas, el aprendizaje genuino. Liderar implica moverse entre ambos tiempos, siendo capaces de responder a las demandas del momento sin olvidar la importancia de construir algo que tenga valor a largo plazo. Saber cuándo frenar, reflexionar y dar espacio para el desarrollo personal y grupal es tan importante como actuar con velocidad en momentos de crisis.
Promover procesos de cambio es algo que los líderes, managers y colaboradores deben aprender, nadie lo sabe hacer por ciencia infusa.
En una época en la que las demandas de mayor eficiencia y productividad aceleran las cosas, existe la exagerada creencia de que la reorganización resolverá el problema y producirá los cambios deseados a un ritmo más rápido.
Podemos ver como el tiempo de nuestro reloj – cronos – el «tiempo exterior», es un sistema que todos seguimos. Al mismo tiempo, también vivimos en un tiempo existencial, un tiempo interno, personal e intransferible – kairos – tiempo en el alma.
Queremos hacer hincapié en algunas palabras clave para la promoción del cambio: TTT, “la transformación toma tiempo”. Aquellas personas que dirigen los procesos de cambio deben ser no sólo conscientes sino también pacientes. La tarea del líder es infundir esperanza, generar participación, apoyo y confianza. Para ello se requiere valor, tolerancia y automotivación.
Tiempo rápido:
El tiempo rápido se refiere a un entorno donde las decisiones deben tomarse de forma inmediata y las acciones deben ser rápidas. Esto suele ocurrir en situaciones de crisis, con plazos ajustados o cuando se necesita aprovechar una oportunidad que está a punto de
desaparecer. Las características son un ritmo acelerado y necesidad de mantener la velocidad en la ejecución; la orientación a resultados inmediatos y de corto plazo; y el énfasis está en la acción rápida para mitigar riesgos o aprovechar oportunidades.
Habilidades clave:
- Toma de decisiones rápida: Capacidad de procesar información rápidamente y decidir con certeza, incluso sin datos completos.
- Priorizar lo urgente: Distinguir entre lo que debe abordarse inmediatamente y lo que puede esperar.
- Capacidad de improvisación: Ser ágil y flexible para adaptarse a cambios repentinos o desafíos imprevistos.
- Gestión del estrés: Ser capaz de mantener la calma y enfocarse bajo presión, liderando al equipo en momentos de incertidumbre.
- Delegación rápida: Saber delegar de manera eficiente para ganar velocidad sin comprometer la calidad del trabajo.
Permite a la organización reaccionar rápidamente ante crisis, mitigar riesgos o capitalizar oportunidades emergentes. Ayuda a mantener el ritmo competitivo, especialmente en mercados volátiles o en proyectos con plazos ajustados. Aumenta la resiliencia del equipo, ya que se entrenan para actuar bajo presión.
Riesgos:
- Las decisiones rápidas pueden llevar a errores o falta de análisis adecuado, lo que genera problemas a largo plazo.
- El enfoque en la velocidad puede afectar la calidad del trabajo o provocar agotamiento en los empleados.
- Puede promover una cultura reactiva, donde se responde a las crisis en lugar de prevenirlas o planificar estratégicamente.
Tiempo lento:
El tiempo lento, en contraste, implica un enfoque más reflexivo, deliberado y estratégico. En este caso, se trata de planificar cuidadosamente, analizar la situación en profundidad y considerar todas las variables antes de tomar una decisión. Este tiempo se caracteriza por la paciencia y espacio para la reflexión; el enfoque en la calidad del proceso y la sostenibilidad a largo plazo; y priorización de la estrategia sobre la acción inmediata.
Habilidades clave:
- Pensamiento crítico: Capacidad para analizar la información en profundidad, considerando diferentes perspectivas antes de tomar una decisión.
- Planificación estratégica: Habilidad para establecer una visión a largo plazo y diseñar un camino detallado para alcanzarla.
- Paciencia y perseverancia: Saber esperar el momento adecuado para actuar y resistir la presión por resultados inmediatos.
- Gestión de riesgos: Evaluar todos los riesgos y posibles resultados antes de actuar, asegurando decisiones informadas y sostenibles.
- Escucha activa y aprendizaje continuo: Aprovechar el tiempo para obtener feedback, aprender de los errores y refinar las estrategias.
Permite decisiones más informadas y de mayor calidad, basadas en un análisis profundo y en la planificación a largo plazo. Fomenta la innovación y la reflexión estratégica, lo que puede llevar a soluciones más creativas y efectivas. Ayuda a prevenir crisis futuras mediante la planificación anticipada y el análisis preventivo.
Riesgos:
La demora en la toma de decisiones puede llevar a perder oportunidades o permitir que los problemas crezcan antes de ser abordados.
En entornos dinámicos, puede ser visto como lento o ineficaz, lo que afecta la agilidad de la organización.
Puede llevar a parálisis por análisis, donde la necesidad de más información o certeza retrasa la acción.
Equilibrio entre tiempo rápido y tiempo lento
El verdadero desafío para un líder es saber cuándo aplicar el tiempo rápido y cuándo es mejor operar en tiempo lento. Equilibrar ambos enfoques es esencial para mantener la organización ágil pero estratégica, capaz de responder a las demandas inmediatas sin comprometer la visión a largo plazo.
Cómo equilibrar:
- Contexto y urgencia: Si se trata de una crisis o de una oportunidad que necesita acción inmediata, el tiempo rápido es esencial. En cambio, para la planificación estratégica o decisiones a largo plazo, el tiempo lento es más adecuado.
- Naturaleza de la decisión: Las decisiones operativas diarias pueden requerir rapidez, mientras que las decisiones estratégicas, como fusiones, cambios de mercado o innovaciones clave, requieren un enfoque más pausado.
- Disponibilidad de información: En tiempo rápido, es necesario tomar decisiones con la información disponible, aunque sea incompleta. En tiempo lento, se puede esperar más información y realizar un análisis más exhaustivo.
- Preparación del equipo: Los líderes pueden formar a sus equipos para que actúen rápidamente cuando sea necesario, pero también enseñarles la importancia de reflexionar antes de tomar decisiones en otros casos.
Manejar el tiempo rápido y el tiempo lento implica equilibrar la agilidad y la reflexión estratégica. Los líderes efectivos deben ser capaces de operar en ambos modos, ajustando su enfoque según las circunstancias. El tiempo rápido es ideal para momentos de crisis o cuando se necesita velocidad para mantener la competitividad, mientras que el tiempo lento es esencial para decisiones estratégicas de largo plazo que requieren una reflexión profunda.
Un líder exitoso sabe cuándo acelerar y cuándo desacelerar para maximizar los resultados y garantizar el éxito sostenido de la organización.
Continuará …
Arte, filosofía y ciencia aplicadas
La mente no es un vaso que llenar, sino una lámpara que encender. Plutarco
La Mirada que lo cambia todo es un cambio en la forma en que cambiamos que propone unas prácticas, perspectivas y marcos de referencia concretos y aterrizados para poder aspirar y lograr un estado de desarrollo sostenible dinámico. (Nosotros lo llamamos estabilidad interior y equilibrio exterior). Deseamos mantener a las personas inspiradas, despiertas e implicadas y propiciar así cambios con más impacto y menos dolor.
Este es un artículo escrito por Joaquín Candeias premio MAX a las Artes Escénicas y Ceo & Art director en élanfactor | la Mirada que lo cambia Todo
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