La verdad con “v” minúscula y con “V” mayúscula
Todo ocurre; todo lo imaginable ocurre. De hecho, también ocurre lo inimaginable. Pero los acontecimientos no nos acercan a la verdad. Lo que ocurre no es más que un hecho, neutro, carente de significado, y no una verdad. Los hechos, con independencia de cuán minuciosamente se observen, serán una verdad con “v” minúscula. La verdad con “V” mayúscula se oculta detrás, debajo, más allá, dentro o por debajo de la superficie de las cosas, y no se puede observar de forma directa. La verdad es aquello que pensamos sobre lo que ha ocurrido. El que sólo ve lo que resulta visible, obvio y fáctico, está ciego ante la verdad de la vida.
Nos contamos historias, buenas y malas, no para huir de la realidad sino para dar sentido a la anarquía de la existencia. Pero cuando la narración va mal y la mirada se enturbia o ciega, el resultado es primero la distorsión y luego la decadencia, como observaba hace más dos mil años Aristóteles. Cuando nos detenemos para comprender las pautas y su significados, la vida como una Gestalt, como una forma que se destruye cuando se intenta analizar y meter en cajitas, hace piruetas: primero es seria, luego cómica, estática, frenética, con sentido, absurda… Los acontecimientos concretos del mundo escapan a nuestro control, mientras que los momentos personales, a pesar de todos los esfuerzos por mantener el timón, a menudo nos dominan.
Fondo y Forma
Fondo y Forma son interdependientes; interactúan, se afectan y definen mutuamente. En toda superficie o campo perceptual lo más importante es aquello que se percibe como sobresaliente; a esto lo llamamos figura, y naturalmente tiene una forma definida, mientras que el fondo es algo indefinido, y su principal función es la de servir de base a la forma. Cualquier cosa que identificamos como acontecimiento, hecho, idea o personaje, emerge de un fondo o contexto concreto. Pero en cierta medida el fondo no tiene forma. Es algo difuso e indefinido, que se pierde en función de su finalidad de servir de base a la figura. No obstante, a medida que el fondo se va transformando en forma, se enriquece con el cambio, en detrimento de lo que anteriormente era forma.
«El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando piensa.» Friedrich Hölderlin
Ex nihilo nihil fit
Nada surge de la nada, sino es consecuencia de una atmósfera, de una constelación de elementos y factores que interactúan entre sí en un tiempo-espacio en evolución. El fondo tiene una naturaleza que restringe y habilita a la vez. Este límite conformador afecta más a la figura que al fondo, haciéndose más visible y preciso en la parte que corresponde a la forma. Una de las principales características que hace que la figura domine en el campo de la conciencia se debe a que los sentimientos están ligados a la figura y no al fondo. De alguna manera la figura llega a emerger precisamente presionada por estos sentimientos, emociones y necesidades. Emerge presionada por una carencia o una presión.
Esta es la razón por la que nuestra cultura privilegie la figura sobre el fondo, porque es lo que sobresale como la punta del iceberg. Pero sólo podemos conocer la verdad con “V” mayúscula si tenemos en cuenta el fondo y la forma, lo específico y lo contextual, lo objetivo y lo subjetivo, lo cuantitativo y lo cualitativo etc.
“It’s not just that and nothing more” – Gregory Beatson
Vivimos en un sistema dentro de otros sistemas mayores. La complejidad se parece a un enjambre. Si intentamos desestructurar un enjambre con el habitual enfoque lineal de causa-efecto, lo único que posiblemente consigamos es tirarnos de los pelos y enloquecer. Los fenómenos emergentes de los sistemas complejos son contraintuitivos y un bofetón de humildad. Nos obligan a aceptar que no sabemos, a mirar más allá de lo obvio y conocido, a bucear en un mar de relaciones invisibles, a mantener nuestra ansiedad bajo control y a colaborar con otros hasta encontrar direcciones coherentes que prometen devolvernos el sentido-propósito.
Ninguna perspectiva aislada es dueña de la verdad, nadie puede decir “es esto y nada más.” Pero podemos buscar la verdad del momento presente.
Cuando no sabes lo que no sabes, el aprendizaje se hace imperativo. El aprendizaje es la esencia de la transformación, y el aprendizaje mutuo y colectivo, la gran asignatura pendiente de las organizaciones.Haz click para twittear“Todo lo que nos rodea está dormido. La función de Arte (léase buscador de lo verdadero, lo bueno y lo bello) es despertar aquello que duerme. ¿Cómo? Lo giras y giras y giras hasta que despierta”, decía tan poética y acertadamente el crítico de arte ruso Víctor Schuslovski.
Esto no es fácil ni individualmente, ni colectivamente – de hecho es muy duro al principio -, porque asumir esa necesidad significa no permitir que miedos, supuestos, creencias, lealtades o la falta de conocimientos y recursos sean un obstáculo insalvable para poder interrogar la realidad y despertar la verdad.
Quitarse de en medio
“Quitarse de en medio” no es igual a ser neutral – la neutralidad no es algo que corresponda a la condición humana -, al contrario, significa asumir una disposición libre, abierta, curiosa, ingenua, atenta, respetuosa, lúdica y comprometida. Las preguntas, la observación, la escucha, la experimentación y las interacciones abren campos de experiencias, de significados y de conexiones cada vez más amplios. Y la verdad empieza a emerger. Lo que despierta se transforma. It’s not just that and nothing more.
Valores y principios
La verdad es esquiva, tímida y, a veces, vergonzosa. No solemos poder perseguirla y reconocerla directamente. Pero podemos tratar de atraerla y de sacarla de su escondite. Los valores y principios marcan los límites del terreno de juego, la dirección general y la estrategia.
Si por ejemplo asocio con la verdad valores de primer orden como…
- Claridad
- Creatividad
- Flexibilidad
- Fe y compromiso
… entonces necesito para ponerlo en práctica principios de segundo orden como…
- Autonomía
- Juego
- Aceptación
- Perseverancia y paciencia
El gesto
Un comportamiento es una expresión que se compone de una acción con una determinada cualidad. Como ya hemos dicho, para el ser humano nada es neutro, incluso la indiferencia es una cualidad. Es la cualidad o color lo que da a la acción su carácter específico, lo que impregna el pensamiento, la palabra y el movimiento. Por eso, en el teatro, existen actitudes, intenciones y movimiento que se resumen en el gestos. Los gestos son lo que hago concretamente dentro del terreno de juego a nivel táctico.
A continuación me atrevo a poner una lista (incompleta y subjetiva) de acciones y cualidades que, combinándolas, pueden ayudar a despertar aquello que duerme.
Acciones:
Observar, escuchar, identificar, aceptar, indagar, desafiar, profundizar, jugar, eliminar, sustituir, añadir, invertir, agrandar, empequeñecer, intensificar, acelerar, disminuir, separar, subir, bajar etc.
Cualidades:
Curioso, distanciado, sereno, preciso, concreto, valiente, dudoso, abierto, perceptivo, estratégico, cauto, lógico, ecuánime, metódico, sintético, paciente, flexible, comprometido, disciplinado, interesado, juguetón, claro, conciso etc.
Crear el contexto para relacionar y unir nuevos patrones conduce a un cambio en la organización del sistema, de sus partes, en su comportamiento y en su funcionalidad. No podemos adaptarnos sin transformarnos. Evolucionar es vivir la tensión entre cambio y continuidad.
La semilla inmortal
Lo vivo tiene un pulso, un baile entre contracción y relajación, pero no está en ninguna de sus partes. El devenir de lo vivo no se deja atrapar. Si lo hiciéramos, la vida, esa propiedad emergente, lo más bello y preciado de todo, se desvanecería. El pulso de la vida solamente se manifiesta y se comprende en acción y no sobre la mesa de un forense. Dos formas muy distintas de generar información, conocimiento y sentido. La verdad es que no es una cosa “u” otra, sino una cosa “y” otra. No podemos comprender la verdad sin el juego entre la diferenciación y la integración. Porque al final resulta que el Todo es siempre mayor que la suma de sus partes. Esto puede ser desconcertante, porque nos revela lo que todos sabemos ya en el fondo de nuestro corazón, que las certezas son vanas.
«Solo hay dos legados duraderos que podemos esperar dar a nuestros hijos. Uno de ellos son raíces, el otro alas.» Johann W. von Goethe
Pero el cambio de mirada de lo inerte a la dinámica de lo vivo también es una bendición. Nos devuelve a lo que somos en esencia: flujo de energía, de conocimiento y de sentido/propósito. Ser creador es ser observador; ser activo es ser pasivo; ser grande es ser pequeño; ser integro es ser diferenciado… Estar vivo es aprender, adaptarse y transformarse. Esta es la semilla inmortal. Que siga el baile. Nada es más verdadero, necesario y urgente que eso.