En un mundo lleno de desafíos y cambios constantes, la manera en que enfrentamos los problemas y diseñamos soluciones dice mucho sobre nuestra capacidad de liderazgo y nuestro nivel de consciencia. Ya sea en la vida personal, profesional o social, nuestras decisiones pueden responder de forma reactiva, proactiva o creativa, tres niveles de responsabilidad que reflejan nuestro modelo mental. Para ser líderes efectivos y generar un impacto positivo en nuestro entorno, es esencial entender estos niveles y aprender a movernos conscientemente entre ellos.
En este artículo exploramos cómo nuestra percepción y acción están determinadas por nuestro nivel de consciencia y cómo un liderazgo consciente puede transformar no solo resultados inmediatos, sino también sistemas enteros.
Tres niveles de responsabilidad
Responsabilidad reactiva: apagando incendios
El nivel más básico de responsabilidad es el reactivo. Aquí, respondemos a los problemas una vez que ya han ocurrido, como cuando se enfrenta una crisis que requiere una solución urgente. Es un enfoque de emergencia: estabilizamos un sistema que está fallando.
Por ejemplo, pensemos en un médico que recibe a un paciente en estado crítico. En este nivel, la prioridad es salvar la vida del paciente. Esto puede implicar detener una hemorragia, suministrar oxígeno o controlar una infección. El foco está en el acontecimiento, en resolver el problema inmediato para evitar un desenlace trágico. Aunque este nivel es necesario en ciertas circunstancias, vivir exclusivamente en la reacción nos mantiene atrapados en el corto plazo, agotando recursos y energías sin atacar las causas de fondo.
Responsabilidad proactiva: previniendo problemas
Un paso más allá es el nivel proactivo, donde no sólo respondemos a los problemas, sino que intentamos prevenirlos. Aquí, nos orientamos a los procesos, buscando anticiparnos a las posibles crisis.
Volviendo al ejemplo del médico, la proactividad implica tratar al paciente de manera que no solo supere la emergencia, sino que también se recupere. Esto puede significar diseñar un plan de tratamiento para curar la enfermedad, evitar recaídas y monitorear su progreso. El liderazgo proactivo requiere planificación, previsión y capacidad de diseño, pero aún está enfocado en minimizar el daño y optimizar resultados dentro de un sistema existente.
Responsabilidad creativa: transformando el sistema
El nivel más alto de responsabilidad es el creativo. Aquí dejamos de actuar solo sobre hechos o procesos y pasamos a crear infraestructuras que transformen la realidad para generar cambios positivos y sostenibles.
En el caso del médico, el liderazgo creativo se manifiesta cuando, además de tratar al paciente, se compromete a promover estilos de vida saludables en la comunidad para prevenir enfermedades en el futuro. Esto puede incluir campañas educativas, cambios en políticas públicas o iniciativas para mejorar el acceso a alimentos nutritivos y ejercicio. Es un enfoque que no solo busca solucionar problemas, sino construir un entorno donde los problemas tengan menos probabilidades de surgir.
El modelo mental y el nivel de consciencia
El nivel en el que actuamos no depende solo de la situación externa, sino también de nuestra forma de pensar y percibir el mundo, es decir, de nuestro modelo mental. Si vemos la vida como una serie de crisis inevitables, nos quedaremos en la reacción. Si creemos que podemos diseñar procesos para controlar el futuro, seremos proactivos. Y si tenemos una visión más amplia, donde reconocemos nuestra capacidad de transformar el sistema completo, seremos creativos.
El verdadero liderazgo se manifiesta cuando somos capaces de transitar libremente entre estos niveles de manera consciente. Hay momentos en los que una respuesta reactiva será necesaria; otros, en los que la prevención será clave; y habrá ocasiones en las que nuestra creatividad será la herramienta más poderosa para transformar realidades.
Liderar desde la consciencia
Liderar de manera consciente significa reconocer en qué nivel estamos operando, entender las necesidades del momento y tener la flexibilidad y el compromiso para actuar desde el nivel adecuado. Si bien no podemos evitar todas las crisis, sí podemos aprender de ellas para diseñar procesos preventivos. Más aún, si tenemos una visión clara y creativa, podemos construir sistemas que reduzcan la probabilidad de crisis y generen un impacto positivo duradero.
El reto está en desarrollar nuestra consciencia para movernos con libertad entre estos niveles, liderar con propósito y transformar el mundo, no solo reaccionando ante lo que ocurre, sino también anticipándonos y, finalmente, creando nuevas realidades. Sólo así podremos ser verdaderos agentes de cambio y guías para quienes nos rodean.
Recuerda: el cambio no empieza afuera, empieza contigo.

Foto de Dawid Zawiła en Unsplash
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La mente no es un vaso que llenar, sino una lámpara que encender. Plutarco
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Este es un artículo escrito por Joaquín Candeias premio MAX a las Artes Escénicas y Ceo & Art director en élanfactor | la Mirada que lo cambia Todo
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